martes, 20 de enero de 2015

La amabilidad es una cadena

¿Qué importancia tiene el ser amables unos con otros? A veces, estamos tan ocupados o tan preocupados que no tenemos tiempo, o más bien deberíamos decir que no podemos dedicar atención a los pequeños detalles de amabilidad como son el saludo o el agradecer un servicio. Vamos tan metidos en nuestros asuntos que ni miramos a los demás, menos les hablamos y mucho menos les sonreímos. Ya ni se diga de estar dispuestos a hacer un pequeño favor, como levantar algo que se cayó a quien va junto a nosotros, ayudar a una señora a subir su pesada bolsa al camión o dejar el asiento en el transporte público.
Y ello a pesar de la gran satisfacción personal que dan a la persona que lleva a cabo esos pequeños detalles, aparentemente sin importancia. Se dice que incluso es bueno para la salud: el hacer un servicio o un favor a otra persona, conocida o no, ayuda a generar buen humor en la persona que los hace, y ya es sabido que el buen humor es uno de los mejores remedios para mantener la buena salud.
Pero además, la amabilidad funciona como una cadena. No es sólo el momento en que hacemos algo por otra persona y nosotros mismos nos sentimos bien al hacerlo, sino la disposición que se genera en esa persona, a su vez, para ser amable con los demás. Pongo por ejemplo el saludar al chofer del autobús urbano al subirnos y pagar nuestro pasaje, el agradecer que nos haya hecho la parada; aunque pensemos que es su trabajo, su obligación, podemos darle las gracias por hacerlo. El chofer quizá iba de mal humor y la sonrisa o el detalle amable que tengamos con él será como una oleada de alegría en su jornada; posiblemente no esté acostumbrado a saludar a los pasajeros, pero si alguien se dirige a él con esa cortesía, al menos por ese día, o por un rato quizá, salude o responda educadamente a los siguientes que suban a su unidad.
Me refiero a tratar a las personas no como cosas que están a nuestro servicio, no como robots que cumplen con su trabajo les guste o no les guste, sino como personas que están, tal vez, malhumoradas por alguna razón, o cansadas o estresadas, como individuos que tienen problemas. Cierto que su mal humor o las dificultades por las que están atravesando no son problema nuestro, pero también es más que cierto que podemos ser un poco más humanos, tratar de ponernos un poco en el lugar de los demás y hacer algo, que no nos cuesta mucho por cierto, para mejorar la vida de los demás o, por lo menos, para hacerles más llevadero el día.

Y como lo digo en el título, esto es una cadena. Si todos o la mayoría nos esforzáramos en ser amables con los demás, el mundo, empezando al menos por el mundo cercano a nosotros, sería diferente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario