miércoles, 2 de marzo de 2016

Educa en el transporte público

Entre los muchos cambios que estamos viviendo actualmente, uno que me ha llamado mucho la atención es la falta de cortesía que se vive en el transporte público. Por supuesto que de todo hay, se ven también ejemplos de buena educación, pero es común ver que el microbús, el autobús o el vagón del metrobús o del metro van llenos, los asientos ocupados por personas jóvenes, hombres y mujeres, y también por niños. Y los adultos mayores, los discapacitados, las mujeres embarazadas y las personas cargando niños, van de pie.
De hecho, creo que lo expresé mal. Lo anterior no es falta de cortesía ni de educación, sino de la más elemental consideración hacia las necesidades de los demás. Hace muchos años ya, lo común era que las mujeres de cualquier edad tuvieran preferencia en los asientos y los hombres, incluso ancianos, cedían el asiento a las mujeres. Eso ha cambiado, dicen ellos, debido a la liberación femenina: ¿Quieren ser igual que nosotros?, pues que viajen de pie. Eso no es malo, por supuesto: los hombres tienen tanto derecho como las mujeres a viajar cómodamente sentados.
Lo malo es que no haya dado paso a un nuevo concepto: los asientos no son para las mujeres o para los hombres. Los asientos son para quienes más los necesitan. En ocasiones, más fácilmente yo, que me acerco a poder obtener mi credencial de tercera edad, cedo mi asiento a una persona mayor que yo, o a una muchacha (o incluso un muchacho) que va cargando un bebé. Y los jóvenes, ni se inmutan. No hace mucho, yendo yo de pie, al subir una persona mayor que yo y no haber lugar para ella, alcé la voz y pedí que algún joven o señorita le dejara su lugar. Y sí, aunque pensé que no iba a ocurrir, un muchacho se levantó y le cedió su asiento a la mujer.
¿Qué ha ocurrido, y quién tiene la culpa de ello? Nosotros, los adultos. Y los padres jóvenes que hoy “educan” a sus hijos. Es frecuente ver que se sube al transporte una mamá, o incluso una abuela, con niños, y al desocuparse un lugar le dicen: “Mira, siéntate ahí”, y ellas se quedan de pie. Supongo que piensan que es su forma de ser “buena mamá” o “buena abuelita”, pero yo pregunto: ¿piensan en algún momento enseñar al niño a ser considerado con las demás personas?, ¿o sólo lo educan para su propia comodidad (la del niño, no la de ellas)?
Lo mismo: de cada veinte papás o mamás que van en la calle con sus hijos a la escuela, 19 les van cargando la mochila. Incluso, he visto mamás que llevan una mochila en cada mano y otra en la espalda, y los tres niños brincoteando a su alrededor. ¿Pensarán acaso en hacerlos algún día responsables de sus cosas?, ¿o siempre estará mamá y papá que les aliviane la carga, y supongo que también, más adelante, les resuelva sus problemas?
Papá o mamá, no desperdicies la oportunidad que tienes ahora de enseñar a tu hijo a ser considerado con los demás, y también de enseñarlo a hacerse cargo de sus cosas. Enseñar a tu hijo que no eres su esclavo o esclava no es ser mal padre, todo lo contrario, es poner un ladrillo muy importante en la construcción del edificio que es una persona íntegra.

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